EL TEMA
Los bosques y la biodiversidad están disminuyendo a un ritmo alarmante y el mundo no consigue detener la marea. La culpa la tiene la forma en que hacemos y pensamos la "conservación", que necesita un cambio radical. Los principales esfuerzos de conservación occidentales se centran en la creación de "áreas protegidas", lo que en gran parte del Sur Global implica expulsar a las comunidades indígenas y locales de sus tierras ancestrales y criminalizar su modo de vida tradicional. Esto les está causando daños duraderos, desde inseguridad alimentaria y conflictos por la tierra hasta la erosión de su identidad cultural. También se enfrentan a graves violaciones de los derechos humanos a manos de guardaparques fuertemente armados y financiados por la ayuda, encargados de hacer cumplir los límites del parque.
El enfoque tradicional de "conservación en fortalezas" de Occidente se basa en la peligrosa pero persistente idea de que hay que separar a la población local de la naturaleza para mantenerla "prístina" (a veces en beneficio de turistas extranjeros). Esto no sólo provoca violaciones de los derechos humanos, sino que además es ineficaz, ya que ignora y aliena a las mismas personas que han modelado y administrado esos paisajes durante milenios.
Nuestra posición
La mejor forma de conservar los bosques es proteger los derechos de quienes viven en ellos y dependen de ellos. Esta opinión está respaldada por un creciente número de pruebas científicas que demuestran que los pueblos indígenas y las comunidades locales protegen mejor que los gobiernos contra la deforestación y la pérdida de biodiversidad, y lo hacen de forma mucho más rentable.
El camino a seguir requiere un nuevo modelo de conservación que sitúe a estas personas en el centro de atención. Esto significa ofrecer reparación por los daños infligidos en nombre de la protección de la naturaleza y fuertes medidas de protección y supervisión para evitar futuros abusos. Las áreas protegidas excluyentes gestionadas por el Estado deben pasar a la historia y ser sustituidas por enfoques basados en los derechos y dirigidos por la comunidad, basados en el pleno reconocimiento de los derechos de las comunidades forestales a las tierras y los recursos, su derecho a la autodeterminación y sus conocimientos tradicionales.
LO QUE ESTAMOS HACIENDO
- Trabajando codo con codo con nuestros socios locales, documentamos y denunciamos los daños que sufren las comunidades que viven en torno a las áreas protegidas de la cuenca del Congo. Nuestras investigaciones en torno al Parque Nacional de Salonga, en la RDC, condujeron a la primera condena de guardas de este tipo en la RDC y desencadenaron una oleada de reformas mundiales en el modo en que se financia la conservación de la biodiversidad.
- Hacemos que las ONG conservacionistas, los gobiernos nacionales y los donantes internacionales rindan cuentas de sus fallos, ayudamos a las víctimas a obtener reparación y abogamos por reformas que impidan futuros abusos.
- Sobre el terreno, ayudamos a dar voz a las comunidades en la gestión de áreas protegidas, como en el Parque Nacional de Lomami, en la RDC. También nos esforzamos por encontrar y apoyar soluciones de conservación alternativas que se basen realmente en los derechos y estén impulsadas por la comunidad.